viernes, 30 de octubre de 2009

¿Qué te dice la canción?

http://www.youtube.com/watch?v=tBrebmUVQ6I

Para compartir y deleitarnos

http://pelapapas.com.mx/htmls/animacion-arena-2.html

lunes, 26 de octubre de 2009

PREPARANDO LA SÍNTESIS...

Acciones:


a) Mira el siguiente video:


http://www.youtube.com/watch?v=Q0V33IDDI2E




b) Elabora un trabajo en donde se sintetice lo que has visto desde los textos durante todo el año, incluyendo lo aúlico y lo que trabajaste mediante el blogg.

c) Foro de discusión para socializar lo logrado.

jueves, 8 de octubre de 2009

ADOLESCENCIA PROLONGADA


Revista del CPM, edición nº 0


Factores socioculturales y familiares en la constitución y cambio del adolescente,
por Ana Gutiérrez López y Vicenta Piqueras.

Psic. ANA GUTIERREZ LOPEZ
Dra. VICENTA PIQUERAS
Centro Psicoanalítico de Madrid.
c/ Mejía Lequerica nº 18, 2ºB
28004 Madrid


...................................................................................

Es necesario que haya un espacio psíquico para que el niño desarrolle su identidad, libre del poder alienante del narcisismo de los padres, si no ha habido identificaciones claras antes no va poder desprenderse de ellas. De ahí la importancia de la permanencia y de la presencia de un núcleo estable que esté consolidado para que los aspectos imaginarios del trayecto identificatorio puedan tener la movilidad necesaria y otros objetos puedan ser investidos por el yo sin poner en peligro los propios referentes simbólicos.


Pero si el pasado infantil fue ocasión de frustración y carencia, y la actualidad se le presenta como traumática se puede producir en el adolescente una regresión temporal en la forma de abandono de preparación psíquica para el futuro. Esta regresión puede servir como descanso que permita reunir fuerzas, y retardar el desinvestimento de los objetos infantiles.


Es en este caminar entre la angustia ante el cambio y la angustia por el no cambio y el temor a quedarse adherido donde se sitúan un buen número de crisis que evidencian la patología adolescente. Esto significa tener que realizar el pasaje, como señala P. Aulagnier, de un yo idealizado, de un yo que uno cree ya realizado, en beneficio de los ideales, de lo que uno espera que el yo podrá llegar a ser, para poder entrar en la temporalidad.


Podemos observar en la búsqueda de ideales individuales y grupales, en los pensamientos más exaltados o ascéticos el cambio que en el súper yo y el ideal del yo se va experimentando en el muchacho, para pasar de aquello que le fue impreso por el deseo de los padres a su propio sistema de valores y de normas. De alguna manera se trata del pasaje del yo ideal al ideal del yo.


Este transitar lo define Sonia Abadi con el riesgo de quedar preso entre dos alternativas tanáticas, el de la dependencia absoluta y el de la autosuficiencia narcisística, ambas anulan el temor profundo que esconde la incertidumbre ante la vida.


Bernfeld acuña el término "adolescencia prolongada" refiriéndose a sujetos que demoran la resolución del conflicto adolescente y por tanto la consolidación de la identidad, convirtiendo una fase del desarrollo en su modo de vida.


Actualmente observamos en la clínica un aumento de las patologías de tipo narcisista y borderline y de las que denominamos patologías de la acción: trastornos de la alimentación, adicciones, delincuencia. Creemos que este aumento está relacionado con la no-resolución del proceso adolescente.


Nos encontramos con que en la actualidad la edad en que tiene lugar la pubertad biológica se ha adelantado, y continua adelantándose, sin embargo el tiempo requerido para preparar al adolescente para que actúe como adulto se prolonga. Se sabe cuando se inicia la adolescencia por los cambios fisiológicos que tienen lugar en los niños, pero no podemos saber y ahora menos, cuando acaba. La ausencia de ritos de iniciación y la dificultad para emanciparse prolonga indefinidamente, en algunos casos, este periodo. F. Dolto habla de cómo los jóvenes permanecen "incrustados" en el medio familiar sin que haya demasiado interés por ambas partes para que se produzca la PARENTECTOMIA (cortar por lo sano con los padres).



Casi todos los autores están de acuerdo en la necesidad de modelos identificatorios para que el muchacho pueda adquirir una identidad con la que constituirse en adulto y también casi todos están de acuerdo en la crisis de modelos que actualmente presenta nuestra sociedad. ¿Qué está pasando?


R. Kaës nos habla de la crisis de transmisión con la que hoy nos encontramos. Una serie de mutaciones en los sistemas de transmisión psíquicos, sociales y culturales ocasionan fracturas, que traen como resultado nuevas patologías asociadas a perturbaciones graves de la transmisión del vínculo.


Es un momento crítico cuando entre las generaciones se instaura la incertidumbre sobre los vínculos, los valores, los saberes por transmitir, sobre los destinatarios de la herencia. El concepto de modernidad es aquel por el cual cada generación se despega de la precedente y se coloca en posición de instituirse en su heredera. Pero en nuestra modernidad no hay solamente crisis de la transmisión, de sus objetos y se sus procesos: es también la crisis del concepto de la transmisión misma.


En este sentido numerosos autores de origen francés se han visto comprometidos en el estudio de lo transgeneracional.


En Francia lo transgeneracional está de moda. Se habla de análisis transgeneracional, de concatenación y de cadena de generaciones o de "reverberación mnésica" entre generaciones. Baranes habla de los defondados o los deprimidos blancos que deambulan de no-investidura en desinvestidura como resultado de fallas narcisísticas y de identidad. Son casos en los que falta el trabajo de transmisión y de reapropiación de la herencia de las generaciones precedentes. La falta en la transmisión generacional se hace patente en la adolescencia, donde se vuelve a hacer una revisión (P. Aulagnier) del contrato narcisista con la redacción de una "cláusula conclusiva". Así el joven adulto podrá ser inscrito simbólicamente de una manera nueva en el parentesco y en la doble diferencia de los sexos y de las generaciones.


La existencia de cambios esenciales en la constitución de la familia y de sus vínculos provoca también los cambios en los modelos parentales y en otros casos su ausencia. Cada vez son más frecuentes las familias monoparentales, los hijos únicos, los divorcios, y los nuevos emparejamientos de los padres, que proporcionan variedad de medio hermanos. Ahora estamos viendo en España algo que ya es muy frecuente en otros países con la afluencia de emigrantes, las familias que se han desarraigado de su país o zona de origen y la mezcla de culturas. Estamos asistiendo a la ruptura de modelos fijos o prefijados. Lo "puro" como tal no existe, es la época de la mezcla, la fusión está de moda y en todas partes (rock-fusión, jazz-fusión, arte-fusión).


La incorporación de la mujer a la vida laboral y la posibilidad de posponer la maternidad, ha colocado a nuestro país, según las últimas encuestas, en el último puesto en Europa en cuanto al índice de natalidad. El hijo único se impone. Hijo muy deseado, pero continuamente pospuesto, nace con mayor intensidad de fantasías y proyectos sobre él, con lo que la expectativa de sus realizaciones excede la mayoría de las veces a las posibilidades de ser llevado a cabo.


Y cuando ambos padres trabajan, los chicos, al volver del colegio, se encuentran la casa vacía, y la nevera llena. Los niños tienen que crecer rápidamente y adaptarse a la nueva situación. Los padres dejan de hacer y se abstienen de educar a los pequeños. Y si no hay niños, tampoco hay adultos. Los padres no se creen necesarios y dejan de aconsejar de presentarse como modelos a imitar y pasan, oh paradoja, a ser ellos quienes imiten a los jóvenes. Resulta patético ver a los padres vestirse y moverse como muchachos, madres que compiten con sus hijas y que intentan por todos lo medios parecerse a ellas, padres que se emparejan con mujeres de la edad de sus hijas y que, en definitiva, claudican del rol de enseñantes y transmisores. Todo en la sociedad actual tiende a la exaltación de la juventud, incluso a nivel comercial es explotada: (ropa joven, música joven, cremas para estar joven, etc.) con lo que el adulto despoja al joven de sus rasgos de identidad.


Los adolescentes en gran medida carecen de reglas de autopaternalización, no reciben ninguna enseñanza por el ejemplo o por conversaciones con sus padres. La T.V. se convierte en la única referencia en casas vacías de adultos, y cuando estos aparecen no tiene lugar el diálogo, conversan pero no se dicen una palabra, con lo cual los chicos tienden más y más a replegarse y aislarse.


Dolto señala como muchos de estos jóvenes incrustados en el hogar en lugar de admirar o enfrentarse a los padres tienden a compadecerlos. Se quedan en casa y observan de una manera muy pasiva la decrepitud de los mayores. No pueden identificarse ya que no tienen ideal. Así que o bien critican al padre porque no le gusta el trabajo o dicen que se dejan explotar. Ellos querrían una vida bucólica, se les ha forzado a que sus ideales y exigencias sean muy altas, y a la vez se les enfrenta con el fracaso y con el fantasma del paro. No tienen elección, para qué. Los jóvenes están abocados a una disyuntiva: si se les estimula una competición excesiva, el nivel de exigencias tan alto es destructivo y crea unas reacciones patológicas severas (depresiones, anorexia, etc.) y si no se es un ejemplo estimulante se llega a la decadencia y la apatía, a la ausencia de tensión y oposición.


Si a todo esto añadimos la actual desorganización de las estructuras sociales y la corrupción de los ideales sociales, encarnados en ciertas figuras públicas ya no sólo estamos ante modelos en crisis, sino que algunos llegan a ser nocivos para el adolescente.


El ritmo de vida trepidante actual, donde lo que es válido en este momento en cualquier área de la vida, es obsoleto al día siguiente, no hace sino empeorar las cosas. Si la consigna del adolescente es "no sé lo que quiero, pero lo quiero ya", a eso hay que añadir que para los adultos parece regir el mismo slogan.


Ya no hace falta dietas para adelgazar, actualmente en una horas de quirófano se resuelve el problema, si algo no me gusta me lo quito y ¡ya!.


El tiempo y el esfuerzo requerido para obtener un logro no son tenidos en cuenta, interesa solo el resultado, y tiene que ser el apetecido, y no otro.


Una chica de 14 años, de estatura media baja y algo redondeada me hablaba de sus deseos imperiosos de ser modelo. Cuando le sugerí que era posible dado que ya había tenido la menarquia hacía 2 años, que no alcanzará la estatura que le exigen a las modelos, me miró con cara de terror y decía "eso no es posible, yo quiero crecer, tengo que crecer, no voy a renunciar a ello", como si en su mano estuviera alcanzar la estatura que quisiera (curiosamente si es posible mediante una cruenta y dolorosa intervención quirúrgica un alargamiento del hueso). Ella no contaba con que hay realizaciones imposibles.


También hemos observado en la clínica la frecuencia de mujeres que deciden tener hijos sin padre, o como decía eufemísticamente un seminario al referirse a una conocida presentadora de T.V. "Va a asumir su maternidad en solitario". Estas mujeres, al llegar sus hijos a la adolescencia, y necesitar los modelos identificatorios para poder inscribirse en una genealogía más real, reciben por parte de las madres la negativa a informar sobre el paradero del padre, la forma de conocerlo, se resisten a hablar de él y dar información a sus hijos sobre sus orígenes. Parece que las preguntas de los hijos les destruyen la fantasía de partenogénesis, y el hablar del tercero que triangulariza y que haría salir al hijo de la simbiosis con ella, le rompería de paso su ilusoria creencia en la omnipotencia de completud con su hijo-falo.


La gradual caducidad de las familias tradicionales ha hecho que tanto los padres como los hijos tiendan a confiar cada vez más en los consejos públicos de expertos, dando lugar a lo que P. Bloss denomina crianza artificial. Es verdad que hay que aceptar que los medios de comunicación viven con nosotros, pero la duda y la desconfianza hacia sí mismos y hacia su labor como padres, entorpece el desarrollo del adolescente.


En un interesante artículo sobre la adolescencia como fenómeno cultural, Cartelnuovo hace un estudio de tres modelos familiares socio culturales. En la cultura agraria de campesinado pobre donde la familia funciona como un organismo muy fijo no hay crisis en el tránsito del niño a adulto. Hay una madurez precoz; con un equilibrio familiar y cultural estable y firme.


En las zonas urbanas marginales donde se agrupan familias que han renunciado a la ruralidad pero que aún no son urbanas, tienen elementos que han fracasado en la incorporación al nuevo medio o que han sido segregados por este. Sus integrantes son heterogéneos y tienen como aspiración incorporarse a lo urbano. Tienen una pérdida o deterioro de las instituciones originales y se observa mayores conflictos entre el joven, la familia y la nueva realidad, los jóvenes presentan una elevada morbi-mortalidad derivada de las defensas contra la ansiedad confusional: actuaciones psicopáticas, violencia, accidentes, drogadicción, delincuencia, etc. El conflicto generacional es profundo por que la valoración social de los padres, incultos, pobres y campesinos está en los niveles más bajos. Esta brecha generacional es una de las razones de la inclinación de los adolescentes por integrarse en pandillas en busca de una identidad grupal.


El tercer grupo estudiado es la cultura urbana industrial que presenta varias características que inciden en la eclosión del síndrome adolescente. Los medios de comunicación hacen imposible evitar la inmersión en mensajes contradictorios, con lo cual el joven urbano tiene que enfrentar una crisis multideterminada, donde en un futuro caleidoscopio, tentador y poco controlable nadie le va a garantizar el resultado final de sus esfuerzos.


Estos jóvenes se ven empujados a ser diferentes y mejores que sus padres, en lugar de tomarlos como modelos identificatorios. Han de adquirir costumbres y valores extraños a sus padres revirtiendo la perspectiva. El resultado puede ser una seria desorganización de la personalidad. El elemento más estable es la inestabilidad y la actitud más confiable la desconfianza.


Queremos abrir la última parte de nuestro trabajo con el epígrafe de PROPUESTAS, y encabezar estas con la siguiente cita:


"Solo hay dos legados duraderos que podemos abrigar la esperanza de dejar a nuestros hijos, uno es las raíces, y el otro las alas". Hodding Carter.


El destino de la crisis del adolescente depende de si la familia y los grupos de pertenencia se suman a la acción desorganizante del entorno social o si son capaces de una continencia compensatoria. Lo permanente, lo que no cambia constituye el fondo invisible sobre lo que transita la individualidad.


Los jóvenes actuales tienen nostalgia por el pasado de la generación del 60 porque era una generación que tenía futuro, que tenía ideales, que eran capaces de romper con una sociedad que consideraban injusta y que querían cambiar. Los chicos de ahora poseen más cosas que ideales, y necesitan que seamos capaces de presentarles algo por lo que luchar o contra lo que luchar.


La estrategia publicitaria ofrece la ilusión de un objeto que va a aplacar la necesidad y colmar el deseo. Los dogmas y algunas ideologías proponen la misma idea. Algo que satisfaga todo, léase como salida la droga, paraíso de unión con el yo ideal.


También hay una sobrevaloración de la independencia. Al niño pequeño se le alienta a ser independiente y ello lleva a un traumatismo y a buscar apuntalarse con sustitutos concretos. Aquí entra en acción el consumo de sustancias que creen la fantasía de poder y valor, porque adaptarse, ser alegre, popular, divertido y con éxito es lo que prima.


Y es la necesidad de valores estables y de definiciones concretas lo que necesita el adolescente para no disgregarse. O si se prefiere le podemos llamar raíces.


Y también necesita alas. Dolto nos anima a que apoyemos los proyectos de los jóvenes, aunque se sepan irrealizables. Los proyectos de los adolescentes, que a veces hoy sustituyen los ritos de iniciación, ellos lo imaginan lejanos y les hacen inscribirse en un tiempo y en un espacio, en definitiva les inscribe en la temporalidad, con su correlato de finitud y de aceptación de la muerte y de la falta.


Una prolongación de la niñez y no su acortamiento, ayudaría a ir adquiriendo poco a poco la tolerancia necesaria. Quien a los trece años llega a la pubertad biológica es todavía un niño. Tanto la familia como la escuela deberían tenerlo en cuenta y tolerar la incertidumbre de la espera.


Queremos terminar con unas palabras de alguien ajeno a nuestro círculo pero que nos remiten al tema y al lugar, Bilbao, donde nos encontramos hoy. Rosa Montero, El País 26 de Octubre de 1999


"Ahora, en estos finales del milenio, la solidez y la seguridad se han acabado. Todas las certezas se nos han hecho añicos: desde la fe en Dios hasta la confianza en el progreso, desde la propia identidad hasta el amor. En un mundo tan fragmentario y azaroso, ni siquiera los inmuebles más enormes se asientan con rotundidad sobre sus cimientos. El Guggenheim y el Kursaal son obras tan emocionantes y expresivas por que reflejan nuestros deslizamientos interiores. Es la arquitectura de la incertidumbre".


ACTIVIDADES:



1.- ¿Qué dice el texto?

2.- ¿Qué me dice el texto?

3.- Explicita el sentido de la última oración.

lunes, 17 de agosto de 2009

APORTES ACTUALIZADOS BASADOS EN OPINIONES DE ADOLESCENTES


Los comentarios que se leen son reales, y circulan entre los alumnos de las ecuelas medias.

Encuesta / Fue realizada en escuelas porteñas y bonaerenses
Especialistas indagaron sobre mitos populares a estudiantes de 14 a 16 y de más de 18 años
lanacion.com Ciencia/Salud
Lunes 17 de agosto de 2009
Sabemos que varios autores consideran al desarrollo de la sexualidad como uno de los pilares más significativos para alcanzar la identidad por parte de los adolescentes:
* Lee el artículo y luego elabora un par de acciones que llevarías a cabo si fueras la profesora de estos alumnos.


domingo, 5 de julio de 2009

Nueva actividad

www.slideshare.net/.../mitos-sobre-la-adolescencia

Mitos de la adolescencia

Los mitos pueden tener o no una base real; pero, básicamente, son construcciones colectivas que no se refieren a hechos reales, sino que responden a nuestros deseos y temores. Los críticos sociales señalan que los sistemas de creencias tienden a apoyar el statu quo. De modo que se atribuyen las expectativas del grupo a la ley natural, a la sabiduría antigua y a las diversas doctrinas. La resultante es que, una vez elaborado el mito, las personas (incluidos los profesionales) vacilan en cuestionarlo. La realidad es que los mitos nos dan una estructura, simplifican realidades complejas (a veces sobrecogedoras) y nos proveen con explicaciones causa-efecto que nos hacen sentir mejor.Sin embargo, cuando los consideramos una verdad incontrovertible, inhibimos nuestra capacidad de entender y adaptarse a situaciones nuevas. El propósito, pues, de este espacio es el de alertar sobre la presencia de mitos anticuados, destructivos y persistentes acerca de los adolescentes; mitos que contribuyen a crear obstáculos a una relación de guía cordial y honesta.

Escogemos para nuestro análisis los cinco mitos que se encuentran de manera omnipresente en la literatura no especializada y en la profesional que asumen temas acerca de la adolescencia. Se trata de los siguientes:-

"El desarrollo del adolescente normal es turbulento."- "La adolescencia es un período de gran emotividad."- "La pubertad es un suceso negativo para los adolescentes."- "La adolescencia es un período con alto riesgo de suicidio."- "El pensamiento de los adolescentes es irracional e infantil.

Primer mito: "El desarrollo del adolescente normal es turbulento".

Históricamente esto ha sido descrito con mucha frecuencia, tanto en la literatura mundial propiamente dicha (como es el caso del Werther de Goethe) como en la profesional. El origen de esta aseveración, razonable en apariencia, es sin duda el hecho de la aparición clara y evidente de conductas delictivas y enfermedades mentales durante la adolescencia (si bien una observación más profunda tanto de los adolescentes enfermos como de los delincuentes podría haber detectado dificultades tempranas durante la infancia). Desafortunadamente, muchos especialistas que sólo trabajan con poblaciones de adolescentes con trastornos psiquiátricos llegaron sin fundamento a la conclusión de que si un adolescente no pasa por un período turbulento, por una crisis de identidad, estará destinado a ser un adulto perturbado. No hay, por supuesto, ningún estudio que confirme dicha creencia. Está claramente demostrado que el 80 % de los adolescentes no pasan por un período tumultuoso, se llevan bien con sus padres y sus familiares, les gusta estudiar y trabajar, y se interesan por los valores sociales y culturales circundantes. La mayoría de los jóvenes, pues, pasan por la adolescencia con desequilibrio escaso o ausente. Indudablemente, un número grande de adolescentes pasan por momentos de gran sufrimiento, pero se trata de sentimientos internos, subjetivos. La adquisición de la madurez del adulto es un proceso gradual y sin grandes sacudidas.

Segundo mito: "La adolescencia es un periodo de gran emotividad".

Esto es un corolario del primer mito, que insiste en caracterizar la vida emocional del adolescente como un vendaval de cambios del estado de ánimo, llegando con frecuencia a límites extremos. La hipótesis que intenta explicar esta supuesta emotividad descontrolada es que surge debido a los profundos cambios biológicos y sociales que acompañan a la pubertad.Los estudios que se han realizado no han mostrado diferencia alguna entre la emotividad de los niños y la de los adolescentes. Estos hallazgos sugieren que el comienzo de la adolescencia no se asocia con diferencias apreciables en la variedad de los estados emocionales experimentados en la vida cotidiana. Lo que sí hay es una relación lineal entre la edad y los estados emocionales: cuanto mayor es el adolescente, más negativo es el estado de ánimo. Y es probable que esto se deba a que las crecientes obligaciones y responsabilidades escolares y/o laborales contemporáneas han creado más estrés e infelicidad

Tercer mito: "La pubertad es un suceso negativo para los adolescentes".

Es tradicional considerar que los cambios hormonales son supuestamente responsables y causantes del desequilibrio emocional en la etapa puberal. Y durante muchos años se ha creído, por tanto, que los cambios puberales resultan penosos y amenazantes para los adolescentes.La realidad es que la influencia hormonal sobre la emotividad ni es particularmente potente ni es persistente. En cambio, lo que se entiende por culturalmente deseable sí que tiene un gran impacto sobre el desarrollo adolescente. Como es, por ejemplo, el aumento de peso, normal para la chica púber, y que es un factor importante en la disconformidad femenina con el propio cuerpo. Otra consideración a tener en cuenta es si el proceso puberal lo encuentra el chico en coincidencia o desfasado con respecto a sus compañeros.

Cuarto mito: "La adolescencia es un período con alto riesgo de suicidio".

La creencia general y la de muchos profesionales siempre ha sido que durante este período de la vida se da el mayor número de suicidios. Sin embargo, la recopilación de datos demográficos ha demostrado que, excluyendo la infancia, la adolescencia es el período de la vida en el que se da la menor proporción de gente que se suicida. Lo que sí han descubierto los autores estudiosos del tema es que parece haber una relación directa entre el aumento en la proporción de la población adolescente y el incremento en el número de suicidios (a lo que denominan, estadísticamente, el fenómeno de cohorte). Otro hallazgo es que hay una clara relación entre la insatisfacción por la autoimagen de los adolescentes y la conducta suicida.

Quinto mito: "El pensamiento de los adolescentes es irracional e infantil".

Los juristas y los profesionales de la sanidad debaten actualmente cuándo se puede aceptar que un adolescente es responsable de sus acciones, cuándo puede dar consentimiento a un tratamiento médico y psiquiátrico; en otras palabras: cuándo puede considerarse que piensa como un adulto.La adolescencia es el período de la vida en que surgen las operaciones mentales formales, comienzan a formularse hipótesis y pueden establecerse conclusiones. También, los adolescentes adquieren la capacidad de "ponerse en los zapatos de otro" y, especialmente en el sexo femenino, desarrollan la capacidad de sentir empatía y practicar el altruismo. Las nuevas habilidades del pensamiento permiten al joven reconstruir su niñez y verla bajo una luz muy diferente de como la percibía cuando era niño... Y así podríamos seguir señalando características diferenciales y de madurez del pensamiento adolescente.Conclusiones prácticas.¿Por qué es importante denunciar estos mitos acerca del desarrollo adolescente? En primer lugar para alertar a padres, maestros y pediatras de que, aún hoy en día, grandes sectores profesionales mantienen un punto de vista inapropiado acerca de la adolescencia, considerándola una fase en la que se espera la conducta anormal. De no reconocer este mito de "la anormalidad adolescente" se corre el alto riesgo de no identificar a tiempo lo que es patológico y realmente peligroso. Es decir: si se pierde la oportunidad del diagnóstico precoz y la intervención temprana, el curso, por ejemplo, de un trastorno mental podrá hacerse más severo y crónico.No hay que olvidar que muchas de las descripciones tradicionales de los adolescentes están meramente basadas en creencias y convicciones, a menudo originadas en conceptos psicoanalíticos, y no en investigaciones contrastadas. Así, del análisis de los estudios modernos de prevalencia de perturbaciones psicoemocionales en la población adolescente puede concluirse que:- La inmensa mayoría de los jóvenes no tienen una adolescencia turbulenta.- No pasan por un período de gran emotividad (en comparación con su niñez).- La adolescencia no es un período de alto riesgo de suicidio.- El pensamiento adolescente es distinto del infantil, pudiendo destacarse por su nivel de racionalidad y capacidad de elaboración.Casi todo lo que es grande ha sido obra de la juventud. Es el inmenso potencial de energía juvenil lo que ha hecho posible avanzar a la humanidad. La juventud, cuando no se “agilipolla”, arrasa, porque es una fuerza de la Naturaleza. Cuando uno es joven, tiene mañanas triunfales, y la adolescencia no es sino una sucesión de mañanas. Siempre es por la mañana.Nadie pone en duda que la juventud es la fuerza creadora por excelencia. Basta recordar algunas de las personas que durante su etapa juvenil consolidaron su nombre en la historia: Alejandro Magno, a los 20 años, ya era rey de Macedonia, y a los 27 había conquistado todo el mundo civilizado; Miguel Ángel, a los 17 años, había esculpido La Batalla de Centauros y La Piedad; Blaise Pascal, a los 16 años, ya había escrito un libro sobre geometría e inventó la máquina de sumar a los 19; James Watt tuvo la idea de su máquina de vapor a los 25 años; Ludwig van Beethoven, a los 13 años, escribió sus primeras composiciones y sus famosos cuartetos a los 15 años; Michael Faraday inventó el motor eléctrico a los 21 años; Samuel Colt, a los 17, realizó su primer modelo de revólver en metal; Alexandre Graham Bell concibió a los 22 años la idea de un teléfono sin hilos; Thomas Alva Edison inventó a los 17 años el telégrafo; Charles Martin Hall fue el primer hombre que, a sus 23 años, obtuvo aluminio por electrólisis; los hermanos Wright, Wilbur y Orville iniciaron a los 20 años sus estudios sobre el avión a motor; Albert Einstein desarrolló a los 26 años su teoría de la relatividad... Y a esta lista pueden añadirse cantidad de nombres de jóvenes actuales, que ya en su más temprana adolescencia eran destacados físicos, pintores, cantantes, diseñadores, inventores, etc.El sentirse acompañado toda la vida de las características de la juventud, con sus rasgos típicos de inmadurez e ingenuidad, es algo que se identifica siempre en las personas creativas. A la juventud se le ha llamado "talento perecedero" pero, quizá, talento y originalidad son aspectos siempre propios de la juventud, y el ser humano creativo es irremediablemente juvenil.

Actividades

1.- ¿ Qué significado tiene la palabra " mito" en este texto?

2- Escribe una síntesis explicitándolos

3.- Elabora tres preguntas que le harías a tus alumnos acerca de este tema.

domingo, 14 de junio de 2009



LA IDENTIFICACIÓN EN LA ADOLESCENCIA: TIEMPOS DIFICILES




Silvia Bleichmar


Publicado en Revista Encrucijadas de la Universidad de Buenos Aires, Año 2, Nº 15, Enero 2002.

La adolescencia es un tiempo abierto a la resignificación y a la producción de dos tipos de procesos de recomposición psíquica: aquellos que determinan los modos de concreción de la sexualidad, por una parte, y los que remiten a la reformulación de ideales que luego encontrarán destino en la juventud temprana y en la adultez definitiva. Pero estos procesos están indisolublemente ligados a las condiciones históricas imperantes, particularmente difíciles hoy en la Argentina.
Qué resta de la adolescencia como período en el cual ya han culminado las tareas de la infancia y se instaura una vía hacia la adultez constituye un interrogante no sólo retórico o de interés sociológico; su formulación está indisolublemente unida a las condiciones actuales de ejercicio de los procesos de subjetivación. En razón de lo cual la posibilidad de esbozar una respuesta se abre hacia la exploración de las circunstancias inéditas que imponen el ejercicio de la vida de la sociedad en su conjunto, lo cual nos obliga a proponer que abordar la problemática de la identidad tanto en la actualidad como en sus perspectivas futuras constituye una cuestión que no sólo se despliega por relación a la actividad intelectual específica que nos ocupa, sino que pone en juego nuestra implicación de sujetos históricos en riesgo.No es excesivo afirmar que la dureza de los tiempos compulsa a un atravesamiento en el cual la conservación de la calma para el accionar científico no puede diluirse en una distancia abstinente que nos deje inermes ante aquello que nos captura desde el exterior, lo cual no implica, necesariamente, que la objetividad se pierda por este atravesamiento. Podríamos incluso atrevernos a decir que, en tiempos de estertor histórico, cuando grandes sufrimientos atrapan la cotidianidad de los actores, no es posible objetividad sin implicación, y el entomólogo psicoanalítico o social corre el riesgo de perderse en su especulación si la distancia que genera respecto del objeto es de tal tipo que la realidad se torne borrosa.En razón de ello es que no hablaré del estallido de la perspectiva identificante de la adolescencia en Samoa, ni tampoco en París o Nueva York, no aludiré a ningún tipo de globalización que declame de manera abstracta sobre la sociedad arrojada a la era del vacío, sino que me abocaré simplemente a entrelazar algunas categorías generales respecto del concepto de identificación y de la noción de adolescencia, con los efectos que las condiciones históricas de esta región del mundo imponen para su constitución.

Tiempo de cambio
Conocemos la adolescencia como categoría que alude, desde el punto de vista del proceso de constitución psíquica, al tiempo en el cual se despliegan los modos de definición que llevan a la asunción más o menos estable de la identidad sexual y a la recomposición de las formas de la identificación, las cuales se desanudan de aquellas propuestas originarias que marcaron las líneas que articulan las relaciones constitutivas enlazadas a los adultos significativos de la primera infancia –que cada vez más debemos ser cuidadosos de no diluir en la de progenitores- para abrirse a modelos intergeneracionales o de recomposición de los ideales en un proceso simbólico más desencarnado de los vínculos primarios.Desde esta perspectiva, la adolescencia es un tiempo abierto a la resignificación y a la producción de dos tipos de procesos de recomposición psíquica: aquellos que determinan los modos de concreción de las tareas vinculadas a la sexualidad, por una parte, y los que remiten a la desconstrucción de las propuestas originarias y a la reformulación de ideales que luego encontrarán destino en la juventud temprana y en la adultez definitiva.Con respecto a las tareas vinculadas a la sexualidad, es indudable que hay cambios, y que la dirección no se avizora aún, si bien algunas transformaciones son evidentes. Por una parte –me limitaré a Occidente y a aquellos sectores que atravesaron la modernidad- han cambiado las pautas de iniciación sexual. Al eclipsarse la reificación de la virginidad, mientras las niñas se encaminan alegremente a sus primeras relaciones, que consideran un rito iniciático de la feminidad, los varones se confrontan a la exigencia de masculinidad y potencia, lo cual transforma esta iniciación en un examen que garantiza a través del desempeño sus posibilidades futuras y corrobora la identidad.Habiendo dejado la familia de ser el lugar de impartición privilegiado de información en razón de que los medios han tomado a su cargo esta función, y habiendo quedado el semejante en función de mediador y metabolizador de información y ya no como fuente de proveniencia de la misma, los modelos identificatorios de la sexualidad no circulan alrededor de las figuras del entorno inmediato sino de personajes virtuales que han devenido familiares, al punto de que su destino y modos de operar forman parte del entretejido cotidiano y se convierten en opciones de cotejo intrageneracional.La identificación sexuada a la generación anterior estalla, y a diferencia de lo que ocurrió en los años ’60 con la llamada liberación sexual, cuyo estallido implicaba un enfrentamiento –lo cual es siempre, en última instancia, del orden del enlace-, actualmente las pautas de las generaciones anteriores no interesan, ni siquiera como frente de oposición, y se genera una nueva asimetría, en este caso sincrónica, entre esas figuras mediáticas cuyo ascendiente forma opinión y quienes deben acceder a la identificación sexual estable. De ahí también la importancia de los reality shows, que constituyen un modo de ensayo virtual pero no ficcional –al menos en el imaginario colectivo -, en cuya discusión se enfrascan los adolescentes y jóvenes barajando opciones y posibilidades, proyectando y asimilando modos de respuesta ante las tareas propuestas, las cuales siempre se definen por el modo de resolución de los conflictos intersubjetivos.Respecto del segundo aspecto, aquel que atañe a la desconstrucción de significaciones y a la recomposición de valores que el período de adolescencia impone – vale decir, a la asunción metabólica de enunciados que fueron aceptados o rechazados en la infancia por su proveniencia del adulto significativo-, es indudable que éste se presenta con mayor complejidad que en otras épocas, en razón de que la historia misma ha devastado significaciones operantes hasta hace pocos años, y las generaciones que tienen a su cargo el completamiento de la crianza de quienes vendrán a relevarlos en el proceso reproductivo y social se ven despojadas ya no de certezas sino de propuestas mínimas a ofrecer.Esto es evidente, en primer plano, en lo que hace a la familia y a la elección de profesión. Las significaciones que estructuran representaciones del mundo en el cual se designan los fines de la acción se muestran hoy ineficaces para enfrentar, al menos, el futuro inmediato. La inestabilidad de la sociedad argentina, atravesada por acontecimientos históricos aún no metabolizados y cuyo movimiento no garantiza que se encuentre en tránsito hacia lugar previsible alguno, no puede homogéneamente determinar el marco representacional en el cual se inserten los sujetos históricos que atraviesan hoy este tránsito entre la infancia y la juventud. Los procesos de desidentificación de los adultos, obligados radicalmente a reposicionarse cotidianamente para seguir garantizando su inserción en la cadena productiva – si no en el proceso social en su conjunto – constituyen tal vez uno de los obstáculos mayores para la elaboración de propuestas que no dejen a los adolescentes y jóvenes tempranos librados a la anomia.He marcado en otras ocasiones la diferencia existente entre los procesos de autoconservación y de autopreservación que constituyen dos ejes de la problemática de la subjetividad. Siendo el yo un residuo identificatorio que toma a su cargo y metaforiza en un conjunto representacional la totalidad del organismo, su masa ideativa se ordena alrededor de dos ejes: aquel que tiene que ver con la conservación de la vida y realiza las tareas necesarias para ello, y el que se determina como preservación de la identidad, como conjunto de enunciados que articulan el ser del sujeto, y no sólo su existencia – apelando a una cierta fórmula filosófica expandida-. En tiempos de estabilidad ambos coinciden, y se puede preservar la existencia sin por ello dejar de ser quien se es, vale decir sin dejar de sostener el conjunto de enunciados que permiten que uno se reconozca identitariamente: se puede ser solidario y tener trabajo, sobrevivir sin por ello destruir a nadie, ser generoso sin sucumbir a la miseria.... Pero en épocas históricas particularmente desmantelantes, ambos ejes entran en contradicción y la supervivencia biológica se contrapone a la vida psíquica, representacional, obligando a optar entre sobrevivir a costa de dejar de ser o seguir siendo quien se es a costa de la vida biológica. No es necesario un exceso de esfuerzo intelectual para encontrar ejemplos: las guerras, los campos de concentración, las situaciones de miseria extrema, todos ellos ponen de manifiesto que ambos sistemas pueden entrar en contradicción y dejar al sujeto inerme.La crisis identitaria de la sociedad argentina pone hoy de manifiesto que esta contradicción acecha, al menos en sus bordes, al conjunto. La reducción de quienes se ven lanzados al mercado laboral, a la inmediatez en la búsqueda de trabajo o a la conservación del mismo, atrapados en el sostenimiento de lo insatisfactorio y, paradójicamente, con temor a perderlo, conduce a que aquellos que podrían constituir modelos sociales de inserción de los adolescentes: padres o hermanos mayores, se vean hoy provistos de herramientas para propiciar modelos que les dan garantías futuras. La temporalidad ha quedado subsumida en esta inmediatez, y en ese marco el desmantelamiento de las propuestas identificatorias cobra una relevancia mayor.El proceso de desidentificación se ve agravado por el hecho de que el país se ha convertido en un lugar transitorio para los jóvenes que aún piensan en un futuro posible, y en un espacio sin sentido para quienes tienen vedado incluso esa perspectiva. Pero tal vez el signo más notable del vacío representacional en el que se ven sumergidos los adolescentes radique en que el discurso parental se ha ido deslizando, inevitablemente, hacia el plano autoconservativo: a lo autoconservativo inmediato cuando temen que anden por la calle porque les pueden robar o matar, o porque pueden matarse con una moto o un coche, o porque pueden quedar librados a situaciones impensadas de desprotección extrema. Y a lo autoconservativo mediato, cuando se les plantea que todo el sentido de su vida actual está regido por la necesidad de no caer de la cadena productiva en el futuro: que se diviertan lo que puedan, pero que al mismo tiempo se garanticen que sobrevivirán económicamente. Despojado el estudio de todo valor simbólico, es propuesto, en las representaciones dominantes de la sociedad, como medio de acceder a posibilidades de supervivencia. Y si el robo no es propiciado como una salida posible, ello no es sólo por los restos morales que la sociedad aún conserva, sino por la inviabilidad de un ejercicio exitoso del mismo sin acceso al poder económico o político.

Tiempo de angustia
El aceleramiento en la pubertad de tareas vinculadas a la adolescencia, y en la adolescencia de propuestas que deberían ser patrimonio de los jóvenes, no es sino el efecto de la angustia que rige al conjunto, del temor a que los goces no alcanzados en el presente ya no tengan lugar en el futuro, y sería de un moralismo vaciado de contenido histórico acusar a nuestra sociedad de dejarse ganar por la falta de valores y el vacío con el cual algunos teóricos del primer mundo cualifican los fenómenos que observan, porque aquello que los determina en uno y otro caso responde a causas diversas y se rige por motivaciones de otro orden.¿Se puede realmente proponer, sin embargo, que estamos ante un proceso en el cual los adolescentes se ven sometidos, en virtud de las condiciones imperantes para los adultos, a la ausencia de un universo identificatorio posible? No parece haber racionalidad que pueda realmente sostener un enunciado de este tipo. Las instituciones mediadoras de la identificación han variado, y de ellas depende la posibilidad de recomposición de procesos identificatorios que den garantía para parar la desintegración que amenaza a la sociedad argentina. Es notable que, carentes de grandes propuestas compartidas, sigan operando sin embargo microgrupos que rearticulan modos de cohesión y de re-identificación para los adolescentes y jóvenes – e incluso para los adultos-.Sin embargo, no se vislumbran aún grandes proyectos capaces de articular una re-identificación de conjunto de la sociedad, la cual sólo se identifica en el sufrimiento actual compartido. Siendo milagroso que aún se conserven, luego de traumatismos reiterados y desilusiones innumerables, rasgos de solidaridad y espíritu de recomposición que aún cuando no cuajen en grandes propuestas de esperanza conservan resquicios por los cuales los tres pilares de la identificación que constituyen las representaciones, los fines compartidos y los afectos ligadores todavía persistan. Es allí donde los restos de un país solidario que se define por la producción de bienes simbólicos sigue emergiendo en los intersticios; y en estos intersticios es donde se insertan las posibilidades identificatorias de los adolescentes. Desde los movimientos de rescate específico de su historia –en la cual La Noche de los Lápices ha ocupado un lugar definitivo como símbolo de una generación que trasciende- hasta la participación ya no como adolescentes que se permiten una moratoria sino fundidos en una masa que abarca varias generaciones en razón de que el trabajo o su carencia homogeneiza más allá de las particiones que la ley de educación obligatoria impone, se gestan modos de re-identificación posible. Sin dejar de lado en este balance las formas espontáneas de recomposición de la marginalidad en la cual las identificaciones recíprocas se proponen por la generación de códigos intraestamento, que intentan liberar el robo concebido como trabajo de la tutela perversa de los adultos que hacen usufructo del mismo.Y todo ello intentando producir, pese a todo, la recomposición de grandes espacios compartidos, recitales en los cuales las palabras de la música que escuchan suplantan al discurso político de antaño, no menos productoras de sentido que aquellas que agitaron a otras generaciones, aún cuando no puedan convertirse por ahora en propuesta transformadora limitándose así a la protesta identificatoria que les hace sentir, por un momento, que participan de un todo que los ensambla y los libera del riesgo desintegrador.Los requisitos de una re-identificación humanizante tienen entonces algunas puntas desde las cuales sostenerse, y ello desde un proceso de identificación recíproca del conjunto, ya que no hay condiciones para proponer una perspectiva identificatoria a los adolescentes si no se recomponen las grandes líneas de la identidad que se ven fracturadas en este momento de la historia en los adultos mismos. Identidad que no puede articularse sino en el continuo de una recuperación histórica de los enunciados que, más allá de sus fallas y derrotas, formaron a varias generaciones de cuyo capital simbólico aún se alimenta el país, y al cual no debemos renunciar sin una revisión profunda que nos permita saber quiénes somos, sin una asimilación fácil de las aporías e impasses a las que fuimos conducidos, con las dosis de verdad en las cuales lo más lúcido del siglo XX se constituyó.



Reflexiones:

1.- Interiorízate sobre quién es la autora del texto.

2.- ¿Qué quiere expresar la autora con la expresión:

- La adolescencia es tiempo abierto de resignificación.

3.- Empleando el esquema que prefieras sintetiza las categorías.

- Tiempos de Cambios.

-Tiempos de Angustia.